domingo, 18 de enero de 2009

Importancia de la motivación en la matemática

Importancia de la motivación en las matemáticas.




¿Es vital, para el alumno, estar motivado para que haya un aprendizaje efectivo? ¿Debe el profesor estar al tanto, como experto, de los componentes motivacionales necesarios para la buena marcha del aprendizaje de las matemáticas?, o, sencillamente, es puro cuento esto de la motivación en el alumno.

La matemática es una actividad vieja y polivalente. A lo largo de los siglos ha sido empleada con objetivos profundamente diversos. Fue un instrumento para la elaboración de vaticinios, entre los sacerdotes de los pueblos mesopotámicos. Se consideró como un medio de aproximación a una vida más profundamente humana y como camino de acercamiento a la divinidad, entre los pitagóricos. Fue utilizado como un importante elemento disciplinado del pensamiento, en el Medioevo. Ha sido la más versátil e idónea herramienta para la exploración del universo, a partir del Renacimiento. Ha constituido una magnífica guía del pensamiento filosófico, entre los pensadores del racionalismo y filósofos contemporáneos. Ha sido un instrumento de creación de belleza artística, un campo de ejercicio lúdico, entre los matemáticos de todos los tiempos,...
Por otra parte la matemática misma es una ciencia intensamente dinámica y cambiante. De manera rápida y hasta turbulenta en sus propios contenidos. Y aun en su propia concepción profunda, aunque de modo más lento. Todo ello sugiere que, efectivamente, la actividad matemática no puede ser una realidad de abordaje sencillo.

Conciencia de la importancia de la motivación.

Una preocupación general que se observa en el ambiente conduce a la búsqueda de la motivación del alumno desde un punto de vista más amplio, que no se limite al posible interés intrínseco de la matemática y de sus aplicaciones. Se trata de hacer patentes los impactos mutuos que la evolución de la cultura, la historia, los desarrollos de la sociedad, por una parte, y la matemática, por otra, se han proporcionado.
Cada vez va siendo más patente la enorme importancia que los elementos afectivos que involucran a toda la persona pueden tener incluso en la vida de la mente en su ocupación con la matemática. Es claro que una gran parte de los fracasos matemáticos de muchos de nuestros estudiantes tienen su origen en un posicionamiento inicial afectivo totalmente destructivo de sus propias potencialidades en este campo, que es provocado, en muchos casos, por la inadecuada introducción por parte de sus maestros. Por eso se intenta también, a través de diversos medios, que los estudiantes perciban el sentimiento estético, el placer lúdico que la matemática es capaz de proporcionar, a fin de involucrarlos en ella de un modo más hondamente personal y humano.


La motivación.


Uno de los principios didácticos de la enseñanza es el del carácter activo y consciente del aprendizaje; para lograrlo se deben considerar variados factores subjetivos, pero uno esencial es la motivación por apropiarse de los conocimientos y desarrollar las habilidades comprendidas en el programa de estudio. La efectividad del aprendizaje depende generalmente de que los alumnos hayan adquirido conciencia de la necesidad de aprender, de comprender.

La motivación ante la actividad de estudio en general puede ser estudiada desde distintos puntos de vista: psicológico, pedagógico, sociológico, etc., pero en cualquier caso el análisis sería parcial si no se incluye en su análisis los medios que la favorecen o desarrollan.

El cómo motivar a los alumnos en la clase de Matemática del primer ciclo de la escuela primaria suele ser a veces una tarea difícil para los maestros y mucho más si se trata de clases de ejercitación. Es muy frecuente encontrar que se procede reiteradamente de manera formal, esquemática y a veces hasta con marcado infantilismo, eso sin hablar del peor de los casos: el tratamiento del contenido se concibe sin motivación alguna.

La correcta estructuración didáctica de la motivación para la clase de Matemática en el primer ciclo puede mejorarse si, además de un nivel elemental de conocimientos teóricos al respecto, se dispone de ejemplos que la ilustren en variedad de contenidos específicos y formas que puede asumir.


La motivación para el estudio de un nuevo contenido en la clase de Matemática.

La estructuración metodológica del motivar o creación de una motivación comprende dos fases: en la primera se motiva la ocupación con el problema, es decir, aquel concepto, procedimiento, regla, propiedad, etc., que será estudiado en clase y en la segunda se motiva la vía de solución del problema. La segunda fase es la que está más estrechamente relacionada con la orientación hacia los objetivos y no es de ella que nos ocupamos ahora. Nuestro objeto es la primera fase.

Para lograr que los alumnos se motiven por el contenido de la clase, entendido esto por la comprensión o toma de conciencia de la necesidad o utilidad del tratamiento del nuevo concepto, procedimiento, regla, propiedad, etc., pudieran existir varias vías, pero en la literatura especializada se destacan dos: la motivación intramatemática y la motivación práctica o extramatemática1.

La motivación intramatemática consiste en el planteamiento de situaciones problémicas en la cual los alumnos puedan poner a prueba sus facultades, es decir, ejercicios o tareas que los alumnos no puedan resolver con los medios matemáticos de que disponen hasta el momento o que si los resuelven es aplicando procedimientos que resultan trabajosos para el caso en cuestión o con muy pocas posibilidades de generalización.

Dichas situaciones deben ser analizadas por los alumnos bajo la dirección del maestro, con la finalidad de que ellos logren el reconocimiento y la precisión del nuevo objeto de estudio en la clase: qué es lo nuevo, qué deben lograr, por qué deben ocuparse de eso.

Hay variedad de posibilidades para estructurar didácticamente ese momento breve, pero importante, de la clase por vía intramatemática. Para eso se tendrán en cuenta ciertos aspectos del contenido que se va a tratar2:

- Necesidad (se desconoce el recurso necesario para resolver la situación)

- Utilidad (es frecuente encontrarnos situaciones de ese tipo, de ahí que conviene ocuparse de esta)

- Facilidad (se conoce un medio para resolverla, pero hay otro de más fácil aplicación)

- Analogía (¿ocurrirá lo mismo que en situaciones parecidas ya estudiadas?)

- Completitud y sistemática (aún nos falta ese aspecto del mismo asunto, hemos visto varios aspectos del mismo asunto y debemos entrelazarlos)

- Generalización (nos hemos ocupado de varios casos del mismo tipo, conviene generalizar)

- Inversión en el planteamiento de un problema (¿ocurrirá lo contrario de esta situación ya conocida?)

- Búsqueda de relaciones y dependencias (¿por qué si esto ocurre entonces aquello también?; si ocurre esto, ¿ocurrirá aquello?)


La motivación en la clase para la fijación de conocimientos y habilidades.

La fijación de conocimientos y habilidades asume variadas formas: la ejercitación (solución de ejercicios para formar la habilidad), la profundización (solución de ejercicios portadores de información), la sistematización (solución de ejercicios para destacar lo esencial o reconocer lo común y lo diferente en un complejo de materia) y el repaso (combina los objetivos de las formas anteriores). Consideramos, además, la aplicación (solución de problemas), pese a que algunos autores la consideran aparte.

Crear situaciones para la motivación de este tipo de clases puede resultar un verdadero problema para los maestros porque ya la materia de enseñanza en su primera presentación fue motivada y posteriormente tratada, ya no se trata de algo nuevo.

En el transcurso de una clase de este tipo, ya sea con predominio de una de las formas de fijación o combinándolas, los ejercicios solo motivarán a los alumnos si al concebirlos el maestro ha tenido en cuenta estos tres factores, sin ser los únicos:

Que se correspondan con el nivel alcanzado por ellos

El aumento del grado de dificultad

Variedad en la forma y la presentación

Economía y efectividad de las formas de control de los resultados individuales.

Pero la dificultad básica radica en la concepción del momento inicial de la clase cuya finalidad es dar esa primera motivación que en buena medida influirá en el resto de la clase. Consideramos dos vías posibles:

a) Continuar utilizando situaciones intramatemáticas o extramatemáticas según lo permita el contenido. En este caso serán situaciones no presentadas cuando se elaboró la materia.

b) Utilizar otras variantes que se corresponden con una definición más general de motivación dada por los psicólogos: razón que mueve a la actuación.

Sabemos que en la actividad de los alumnos existe un conjunto de motivos jerarquizados y que algunos de ellos dominan mientras que otros influyen indirectamente sobre los demás. A veces no es la motivación por una materia de enseñanza una manifestación del verdadero interés cognoscitivo hacia ella. “En estos primeros grados, los motivos sociales (…) desempeñan el papel fundamental en la orientación del niño hacia las actividades de estudio, a la vez, constituyen las premisas para la formación de los intereses cognoscitivos”3.

Por eso, el empleo de estas otras variantes puede constituir una opción que estimule el cumplimiento de metas personales asumidas por la influencia del medio social o por el propio impulso de los niños de actuar para resultar reconocidos por los demás. Ellas no entrarían en contradicción con la máxima aspiración de lograr en nuestros escolares verdaderos motivos por el aprendizaje a partir de la comprensión de la importancia de los contenidos de enseñanza.

Ejemplos de esas situaciones son estos:

- Partir de los resultados constatados en la última clase o en instrumentos de control recién aplicados (pregunta escrita, examen, concurso, olimpiada, etc.) Debe anteceder el análisis y la reflexión con los alumnos sobre los errores e insuficiencias presentadas y sus causas.

- Destacar la necesidad de “salir” bien en la aplicación de una evaluación escrita u oral, un examen, un concurso, etc., y plantearse metas cognoscitivas inmediatas para eso.

- Iniciar la clase con la solución de uno o varios ejercicios contra reloj, el tiempo que se da debe ser mínimo de manera que nadie o casi nadie logre el éxito y permita al maestro preguntar: ¿Quién lo logrará al final de la clase? En el transcurso de la ejercitación el maestro mantiene la estimulación en tal sentido.

- Convocar a una competencia de conocimientos y habilidades: se le da un nombre, la fecha (o el momento si es en la propia clase), se dice qué materia va a ser incluida y el tipo de ejercicios y se dan las normas para ser ganadores; la tarea inmediata es prepararse para el desempeño exitoso en la competencia, lo cual implica ocuparse de resolver cierta cantidad y tipo de ejercicios en la clase. Esa competencia puede ser entre los alumnos de la misma aula o con los de otra.

Realizar un juego didáctico de pocos minutos en el cual se determinen ganadores individuales o colectivos. Los ejercicios serán similares a los que se trabajarán en la clase. Se deja como meta superar los resultados en otro nuevo enfrentamiento al final de la clase.

- Plantearles que se tendrán en cuenta los resultados de la clase de ese día en la emulación pioneril y se estimularán los mejores por diferentes medios: divulgación en el mural, presentación en el acto revolucionario, otorgamiento de una estrella, entrega de diploma, etc., precisando bien qué contenido será objeto de trabajo.

- El maestro presenta una lámina con un paisaje o un animal, etc., que está formada por piezas a modo de rompecabezas, conversan sobre lo representado en ella y de inmediato la descompone. Pide un voluntario para armarla nuevamente, pero descubren que por detrás cada pieza tiene ciertos ejercicios: solo el que logre resolverlos correctamente vendrá a armar la lámina. Lo ideal sería que para cada alumno haya en menor tamaño un medio similar y así todos podrían sentirse ganadores de la meta propuesta.

- Emplear adivinanzas matemáticas. Por ejemplo, el maestro les pide que escuchen sus indicaciones y las vayan realizando:
􀂃 Piensa en un número. Escríbelo
􀂃 Duplícalo.
􀂃 Súmale seis.
􀂃 -Divídelo entre dos.
􀂃 -Réstale cuatro.
􀂃 -¿Cuál es el resultado?

Después pregunta algunos resultados y “adivina” los números pensados adicionándole 1 a los resultados dichos. El efecto en cuanto a la motivación se logra cuando el maestro diga que a todos aquellos que demuestren seguridad y rapidez en la realización de determinados ejercicios de cálculo le enseñará cómo “adivinar”.

Estamos seguros de que estas ideas no agotan el tema ni mucho menos dejan establecida la mejor motivación. La creatividad del maestro, las potencialidades del contenido de enseñanza y las condiciones previas adquiridas por los alumnos son elementos que siempre desempeñan un papel determinante a la hora de la estructuración didáctica de los distintos momentos de la clase, por tanto, de la motivación.

- El primer encuentro con el objeto de estudio de cada clase de Matemática debe garantizar el reconocimiento de la importancia o significado que tiene el ocuparse de esa materia. Por eso la primera fase de la motivación debe ser cuidadosamente preparada.

- La motivación intramatemática tiene múltiples variantes, luego cada nuevo contenido puede ser motivado de una manera diferente. Las motivaciones por necesidad, utilidad o facilidad pueden ser estructuradas de manera relativamente fácil y suelen ser efectivas.

- La variedad en las situaciones para la motivación, además de evitar actuaciones didácticas rutinarias, puede favorecer en los alumnos la capacidad de apreciar aspectos análogos, diversos, perfectibles, necesarios, útiles, interesantes o curiosos de los contenidos de enseñanza.

- Las motivaciones extramatemáticas tienen su mayor valor en la confirmación de que la Matemática es una herramienta que permite transformar la realidad. Su concepción didáctica requiere la creatividad del maestro a partir de la reflexión sistemática acerca de la aplicación práctica que tienen los contenidos de enseñanza.

- En los escolares pequeños podemos fortalecer los verdaderos intereses por el aprendizaje de la Matemática combinando acertadamente las motivaciones intramatemáticas, extramatemáticas y aquellas que pueden derivarse de razones no estrictamente cognoscitivas, pero que estimulan la actuación consciente y el buen desempeño en la clase.

- Aun conociendo que la motivación es una función didáctica que debe estar presente en el transcurso de toda la clase, merece que dediquemos tiempo y esfuerzo a la concepción de ese momento inicial, breve, pero a veces determinante, que también le llamamos así: motivación.